Esta preciosa y polisémica palabra es un
americanismo de uso común en Argentina, Bolivia, Chile, Honduras, Paraguay y
Uruguay, que no sólo significa prostíbulo (aplicable a la corrupción, el
amiguismo, las redes clientelares de empresarios adictos, los subsidios para afianzar el voto cautivo, los ERE, los falsos cursos de formación y la sumisión que han generado los grandes partidos estatales y los nacionalistas,
y que sumen en la vergüenza y el descrédito a las huestes de Mariano Rajoy y a las del PSOE, CDC, etc.); sino también el lío, barullo, gresca o desorden en el que se desenvuelve la vida
política española. Todo lo cual explica –aunque sea por deformación esperpéntica
o reducción al absurdo– el disgusto y hastío que viene suscitando entre los votantes españoles el espectáculo que están dando estos ¿indignos? representantes de la
soberanía nacional.
En cambio, para los sufridos ciudadanos venezolanos se trata de un lugar apartado y de difícil acceso, un andurrial, como ha logrado hacer de su país, en términos de democracia, el
régimen creado por el general Hugo Chávez y por su heredero, el actual presidente Nicolás Maduro.
Sin embargo, se trata de una palabra ante
la cual, al dar fe de sus acepciones, los cónsules del Diccionario se han visto influenciados por sus prejuicios
en contra de la insurgencia social. Pues quilombo, al parecer, procede etimológicamente del kimbundú, un dialecto de la lengua bantú muy hablado en Angola.
Y quizá sus hablantes esclavizados en
toda América, cuando se rebelaban y huían del yugo y el látigo, ahora ya cimarrones o jíbaros, empezaron a utilizarla para nombrar a
esas repúblicas y hasta monarquías espartaquistas que se fundaron extramuros de
la Administración colonial española y portuguesa. Y que se gobernaban como una comuna arcádica… o muy moderna: de los hippies a los okupas. Así se llamaban esos inaccesibles cantones
especialmente en Brasil y Argentina, aunque allí y en el resto de América también
se hayan conocido como cumbes, mambices, rochelas o ladeiras.
Y palenques –donde en México se han venido celebrando las peleas de gallos, como las que aquí se traen Pedro Sánchez, Albert Rivera y Pablo Iglesias.
Y palenques –donde en México se han venido celebrando las peleas de gallos, como las que aquí se traen Pedro Sánchez, Albert Rivera y Pablo Iglesias.
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