DISPARASTE
Enseguida salí al balcón
A la sacerdotisa de Tanit la luna en ascenso le parecía bogar por el éter impalpable
Cartago no era el escenario, sólo pedrería: en la oscuridad —apenas atenuada por un halo macilento— se disimulaban el deterioro de los telones y el cansancio de la tramoya
Tus desvaríos emergían de la platea y ascendían por los anfiteatros, cohetes punzantes como fíbulas
Imaginé el rostro sin número aún más convulso, el mar frente a mí que vomitaba a sus ahogados
no hube guardado aliento, ya me sofocaba, hacía muecas, desmayaba con escalofrío
¿Si estornudara?
las risas burbujearon de la noche en la que gravitabas
dancé
en el foso, en la concha, en los palcos y pasillos, público e intérpretes festejaban —mandíbula batiente— tu vis comica
¿y el apuntador?
¿y el apuntador?
¿alguien se sabe mi papel?
—¡Dios mío, dadme el pie!— gritó
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