Dormido recordé que había escrito
dos poemas y quise leerlos
Con una viva desazón
ensueño
del sueño mismo
me abrumó el temor
de ya no capturar recuerdo alguno
¡Volví corriendo a la vigilia!
La luz mecía los visillos
casi ayuna
mas el advenimiento era certeza
—a la muerte uno
a la inocencia el otro—
¡Volví de nuevo al sueño que los protegía!
(ya no era el mismo sueño)
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