Fernando Savater en el Hotel de las Letras, foto de Ángel Navarrete (ABC) |
Fernando Savater compila en Figuraciones mías (Ariel) sus
últimas notas publicadas en El País, y abre el libro con un
elogio al periodismo literario. ¿Por
qué? “No tengo blog, no hago tweets
ni nada en formato digital; en mi caso, lo que sustituye a todo eso es el
artículo. Algunas
de sus supuestas limitaciones: de tono, de espacio, etc., creo que son ventajas
que reivindican al género”.
–El Fin de la era Gutenberg,
cuando la cultura, el pensamiento y la creatividad se producían, enseñaban,
transmitían y almacenaban impresos en papel, también parece estar arrinconando
a diarios y revistas, primeros portavoces de la opinión pública.
–Lo importante no es que sobreviva el periódico
impreso en papel, sino que continúe habiendo periodismo. El periodismo entendido como una ética y una estética
de la transmisión de la noticia, del comentario, de la novedad, y como una
responsabilidad ante el texto. Evidentemente yo soy un periodista literario
ligado a la Prensa, y no descarto que mañana, cuando la mayoría de diarios se
hagan en internet, algunos sigan
como ahora lo hago yo: en papel.
Bitácora de lecturas actuales y otras relecturas, de
viajes y homenajes, sus artículos también lo son del día a día, al que el
pensador y ensayista se asoma al filo de la noticia: de las cosas que le agradan,
preocupan, irritan o asombran a él y a todos los lectores.
¿Quién tiene el derecho a decidir?
–Primero, hablemos de actualidad. Entre los temas que trata, aborda el “derecho a decidir” que reivindican los nacionalistas catalanes y vascos.
–En una democracia
hablar del “derecho a decidir” es como si los peces hablaran del “derecho a
nadar”. Pero aquí se habla de otra cosa, se habla de independencia. Ese “derecho a decidir” que ellos acotan para sí
mismos es impedirte a ti que decidas si lo quieres o no. Lo cierto es que todos
los ciudadanos españoles tenemos tanto “derecho
a decidir” qué es lo que va a pasar en Cataluña
o el País Vasco como los que viven
en Tarrasa o Baracaldo. No somos “oriundos” de ningún pueblo o región, somos
“ciudadanos”. Y la ciudadanía no se
fracciona.
–Savater no es sospechoso de
simpatías nacionalistas ni ha contemporizado nunca con la violencia. ¿Qué
piensa de la “derogación” de la Doctrina Parot por la que muchos etarras y
otros asesinos tristemente célebres están saliendo de la cárcel?
–Ojo, la Doctrina Parot no se ha derogado en ningún
momento, ni se ha tocado, ni se ha puesto en entredicho. Y es perfectamente
justificable para que no haya cadena
perpetua en España. La Doctrina
Parot la evitaba pues busca que si alguien ha sido condenado a dos mil años de
cárcel, le sea más difícil reducir su estancia que a otro que lo ha sido a
veinticinco. Lo que ahora se ha dirimido es si eso es aplicable
retroactivamente (algo que uno de los jueces, el británico, aceptaba pues no
afecta a la pena, sino a los beneficios, y defendió que su aplicación es
competencia de los gobiernos). Ahora están saliendo muchos indeseables de la
cárcel, como ese señor Troitiño,
pero llevaban veintimuchos años allí y a lo mejor ya sólo les faltaban año y
medio o dos para salir. Lo terrible es que esta confusión justifique la cadena
perpetua. A veces pienso que en España, más que Justicia, queremos ajusticiadores.
–Algunos piensan que al Gobierno del
PP esa “confusión” (que todos los días reproducen los medios estatales y muchos
privados) le viene de perlas, pues asume lo que hubieren pactado antes los
socialistas para que ETA dejara de matar; y ahora puede echarle la culpa a
Europa y cumplir con las exigencias penitenciarias de la banda.
–La verdad es que no lo creo, no soy tan paranoico, son
puras teorías conspirativas.
La dificultad de educar
–Pues cambiemos de tercio. Dedica
otra sección del libro a los problemas educativos, cuyo modelo persigue más
acomodar a los estudiantes al futuro mercado de trabajo (modelo Bolonia,
exámenes de Pisa), que instruirles o formarles. Y se relegan las Humanidades.
–Estamos promocionando una educación que prima los
instrumentos sobre los fines. Por eso pierden la Filosofía y la Literatura, que
hablan de los motivos, los fines y sus consecuencias. Está muy bien enseñar
técnicas y formas de hacer cosas en la vida pero también hay que saber por qué
y para qué.
–El Gobierno primero eliminó una
asignatura que usted impulsó, Educación para la Ciudadanía, y ahora la Ley Wert
mejora el estatus de Religión…
–No entiendo por qué sustituir los valores
racionales (qué significa ser “ciudadano” y vivir en democracia) por una oferta
religiosa, sea la cristiana o cualquier otra, porque las religiones no cultivan
la razón sino otro tipo de cosas. Desde luego, la religión es un “derecho” de
cada cual… pero un “deber” de nadie. Y quienes acusaban a aquella asignatura de
“adoctrinadora”, prefieren el catecismo.
Transmitir valores sociales es transmitir doctrina, cierto, pero está
completamente justificado, porque son valores razonados y no dogmas, como los
que sustentan las religiones.
–Usted no se
siente mal acompañado de Jürgen Habermas…
–El Patriotismo
constitucional del que habla Habermas es un desideratum: “si hay que ser patriotas, seámoslo de unas leyes, de
unos derechos, de unas garantías”. Porque, en definitiva, un verdadero
ciudadano lo es gracias a esa abstracción llamada Constitución. Por desgracia, en España parece que somos, antes que
ciudadanos, oriundos o nativos de un lugar, y ese localismo enmascara la ciudadanía.
Y así nos va.
Fantasmas en la Red
–Los neurobiólogos advierten que internet y los medios digitales no
sólo están cambiando en los niños y jóvenes la manera de leer, estudiar, comprender
el mundo, comunicarse y divertirse, sino que están variando las estructuras
cerebrales que modulan el aprendizaje, la atención y la memoria, bases de la
inteligencia.
–Creo que cambiar las estructuras cerebrales debe
costar mucho más de lo que piensan los neurobiólogos –se ríe, pues no le caen
muy bien–. Lo cierto es que los seres humanos cambiamos. Y que hay diferencias
entre los habitantes de una tribu aislada y perdida (que sólo ven quince o
veinte caras nuevas en toda su vida y se relacionan entre ellos de forma verbal
o con un collar de cuentas) y nosotros (que vemos miles de caras nuevas
mensualmente y estamos acostumbrados a relacionarnos con el móvil e internet),
eso me parece evidente. Pero esas diferencias, digamos: “folclóricas”, no
quitan que los seres humanos siguen teniendo como base en sus vidas la búsqueda
del amor, el trabajo, la evitación de la muerte, la solidaridad… Nuestro mundo
es muy diferente al de Safo de Lesbos,
y si viajara en el tiempo hasta nosotros, se quedaría asombrada del i-pad, los aviones y todo lo demás, pero
cuando leyera los poemas que se escriben hoy, se encontraría con los mismos
sentimientos y preguntas, de la misma forma que nosotros entendemos y apreciamos los suyos
en la actualidad. Bueno, las mentes cambian… pero menos. En fin, a través de la
Filosofía, la Literatura y la Poesía hoy escuchamos la voz de hombres que
existieron en otros tiempos: estamos “en conversación con los difuntos”, como
diría Quevedo.
–En cualquier caso, existen
grandes peligros y amenazas, particulares y colectivos, personales e
internacionales.
–La Red facilita el trabajo, la recolección de
datos, y su uso lúdico de juegos e imágenes, también me parece fantástico. Pero
encierra peligros. Claro. Los bárbaros utilizan todos los instrumentos de
civilización para hacer barbaridades. Sobre el balance entre libertad y
seguridad se ha hablado siempre, y se dicen muchos disparates. Todos estamos
dispuestos a ceder parte de nuestra libertad para tener cierta seguridad.
Mandamos a nuestros hijos al colegio y queremos que alguien vigile para que no
se los lleven los pederastas. Resulta muy molesto pasar esas revisiones que se
hacen antes de subir a un avión, pero si la perspectiva es una bomba, todos
preferimos que nos miren bajo los calzoncillos.
–¿Qué piensa de las filtraciones
de Wikileaks o de Snowden?
–La verdadera amenaza contra la seguridad occidental
no es lo que estuvieran haciendo la CIA
o la NSA, sino que todos esos
secretos que nos afectan a todos puedan caer en manos de tipejos como Snowden o
de cualquier mediocre desaprensivo o locoide que pueda hacer una
chifladura. Esa es la verdadera amenaza.
Homenajes
Bitácora de lecturas, estas Figuraciones mías no sólo reivindican la novela histórica, algunos mal llamados best sellers, sino también la literatura fantástica en general, y la ciencia-ficción (hasta se declara alumno o tributario de Ray Bradbury); sino que también muestra su admiración por grandes escritores de siempre como Dante, Shakespeare, Charles Dickens, Virginia Woolf o Cioran–Entre los nuestros brilla Pío Baroja, un novelista que siempre ha tenido poco éxito de crítica pero siempre muchísimos lectores.
– Es un escritor leidísimo. A mí me encanta y creo
que es uno de los autores del siglo XX a reivindicar. No tiene un solo libro
aburrido. Quizá son deslavazados de estilo….Ortega decía una cosa muy divertida: “Los personajes entran y salen
de sus páginas como la gente sube o baja del autobús”. Entran, salen y ya no
vuelven a aparecer. Así es. Pero, sobre todo, Baroja tiene una enorme fuerza
narrativa que mantiene siempre la atención del lector.
–Y Octavio Paz.
–Yo he sido lector y amigo de Octavio Paz. No sólo
era hombre de una enorme cultura sino de una gran perspicacia para ver lo que
era útil o inútil en la cultura y para ver por dónde iban las cosas. Y era muy
generoso a la hora de ayudarte y darte ideas. Sabemos que era poeta, diplomático,
hombre de ideas políticas y muy crítico, ensayista de muchos palos, pero se
habla menos de su dimensión como maestro.
Y creo que esa labor pedagógica es importante reivindicarla.
Nota:
Una versión más breve de esta entrevista se publica hoy en el diario ABC y en su web.
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