Gleb Garanich |
Una niña de Kiev mide la uña
de este meñique —dedo
acaso
de un titán de arena
Terciado el día
la palma de la niña abarca
apenas
la manchita blanca
donde se acusa una mentira
(tú lo sabes en la uña)
Para la niña lo que encanta la mirada
es realidad
(casi tanta como un sueño)
¿Si lo toca y no despierta?
Miedo a que se desmorone
como las Torres Gemelas
¿Si el titán se enfada?
¡A correr!
Quizá tan solo sean
Quizá tan solo sean
escalofríos de la arena
en su figuración marmórea
La niña no admira
se asombra ante esa nada friable y plácida
—constelación pueril
si no fuera antifaz
o amenaza
(pues feroz cuchilla es
—disparada por el viento—
del perfil de la quebrada
y a la vez
roce de lluvia
en sus desiertos
la impía
terca erosión
de los templos las esfinges)
Y playa en este parque donde aniñas
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