Again I behold where for hours I have ponder'd,
As reclining, at eve, on yon tombstone I lay;
Or round the steep brow of the churchyard I wander'd,
To catch the last gleam of the sun's setting ray.
As reclining, at eve, on yon tombstone I lay;
Or round the steep brow of the churchyard I wander'd,
To catch the last gleam of the sun's setting ray.
Lord BYRON
Líquidas claridades dentellean
en la insurgencia del solsticio
Ya no nieva
I
El viento despabila el magma urbano
El viento despabila el magma urbano
se vierte y nos afila
sobre barriadas y espesura
Todo es llano Sólo un alto
—la colina puritana
su iglesia muchas veces centenaria
circundada de tumbas
que a nadie ya le importan—
acuchilla el horizonte
Abajo
sobrevista desde el Norte
inabarcable alfombra luminaria
—bien tejida por manos aceradas
(metafísicas no pragmáticas melancólicas)
bien por torpes y bastas
mas desnudas
en defensa del pábilo que arde
en los antros de su noche—
quisiera desprenderse o embarcarte
II
Superviviente
ansiosa luz
veladora untüosa y fatua
que ya relame
la lápida de Byron
donde Gordon espió
—al candil de esta cúpula—
el decir sonámbulo entre las constelaciones
y aquellos
—estos muertos hoy sin deudos
Ya es invierno
(perseveras)
Nota
Harrow-on-the-Hill
Parroquia situada en Gore, condado de Middlesex, a unos 15 kilómetros al noroeste de la catedral de San Pablo, el único alto que interrumpe el horizonte de Londres. Tuvo su apogeo arquitectónico entre los siglos XII y XV. Luego, en su escuela estudiaron ilustres ingleses, como Byron, Jones, Sheridan, el marqués de Hastings, lord Normanby o sir William Peel. Byron escribió aquí “On a distant view of the village and school of Harrow-on-the-Hill, 1806”, poema en el que rememora a sus colegas estudiantiles. Tal era la querencia del poeta por este paraje, que los niños llamaban a la lápida donde se sentaba a ver el ocaso “Byron’s tomb”.
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